Evangelio según San Juan 20,1-9.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
lunes, 25 de abril de 2011
viernes, 22 de abril de 2011
Procesión Magna 2011
A las 21:15 horas de la noche de hoy, Viernes Santo de 2011, los representantes de las distintas cofradías, reunidos de urgencia en la Parroquia de San Juan Bautista, han acordado suspender por este año la Procesión Magna, debido a las inclemencias meteorológicas. Si Dios quiere, otro año será.
jueves, 21 de abril de 2011
Pregón de la Semana Santa 2011
Buenas noches, amigos. Recibid un cariñoso saludo. Señor Alcalde y autoridades municipales presentes, Sacerdotes, Hermanos Mayores de las diferentes Cofradías de Penitencia de Don Benito, componentes de la Junta de Cofradías de esta ciudad, hermanos cofrades, queridos familiares, personas que participáis un año más en este anuncio para proclamar la Semana Santa de nuestro pueblo, muchas gracias por vuestra presencia.
Gracias también a los miembros de la Junta de Cofradías por haberme propuesto para pregonar, en Don Benito, la Semana Santa de 2.011. Es un inmenso honor. Cuando su Presidenta, Paqui Ruíz me llamó para decírmelo, no daba crédito a lo que oía. Pensé que no podría hacerlo. Y pensé también en la grave responsabilidad que contraía al leer este pregón y, por otro lado, ¿Cómo atreverme yo, humilde aprendiz de pregonero a cantar las excelencias de nuestra Semana Santa sabiendo de la categoría y el prestigio de todos los pregoneros que me han precedido? Busqué mil escusas; algunas di. Sin embargo, pensando que esta propuesta, como todo en nuestras vidas, venía de Dios, después de reflexionar, decidí hacerlo. Invoqué una y mil veces al Espíritu Santo para que desde mi corazón brotaran las mejores palabras para anunciar la Semana Grande de Don Benito, donde el Amor de Dios se hace patente a los hombres, poniendo de manifiesto, una vez más, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Es una tarea que asumo con mucho cariño y que trataré de cumplir de la mejor manera que sepa.
La Pasión,Muerte y Resurrección de Jesús es una realidad que año tras año celebramos, sabiendo que la acción del Espíritu sigue trayendo la salvación a los hombres de nuestro tiempo recordando la encarnación del Hijo de Dios quien en palabras de Isaías (cf. Is 61, 1s) “fue enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, proclamar la libertad a los cautivos y transformar su abatimiento en cánticos, para anunciar el desquite de nuestro Dios”.
Pero la Semana Santa no siempre se ha celebrado como en la actualidad. Se sabe que las procesiones ya existían en algunas culturas antiguas. Sin embargo, para nosotros, esta tradición comienza hace 2.000 años, en Jerusalén, cuando Jesús es vitoreado y aclamado de forma masiva con ramos de olivos y palmas.
Más tarde, en los primeros tiempos, la Iglesia, debido a las persecuciones, se vio obligada a vivir en clandestinidad. Y es después del Edicto de Milán, cuando el hombre cambia la concepción que tenía de sí mismo. Condicionado por la idea del pecado que le ha sido inculcada, busca en la penitencia el medio para asegurarse su salvación.
Entonces aparecen las cofradías que, con los gremios, no son solo penitenciales, sino también dedicadas a otras funciones: estrictamente devocionales, asistenciales, regidoras de hospitales, obras de piedad, ayuda material y espiritual a presos, etc.
La Semana Santa, tal y como la entendemos hoy, surge después del Concilio de Trento, en 1.545, como muestra de expresión de la religiosidad popular para defender y propagar la fe con representaciones en la calle.
Anteriormente, en 1.356, se aprueba la primera regla de hermandad. La del Silencio de Sevilla, una de las primeras y más famosas de las procesiones españolas. Me gustaría destacar aquí que una de las Hermandades de Don Benito, la Hermandad Parroquial de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Consuelo toma sus Estatutos precisamente de estas reglas. También es digno de resaltar que San Antonio Mª Claret, fundador de los Misioneros Claretianos, fue hermano de dicha Hermandad sevillana, hecho por el cual nos animamos a tomar sus reglas, al estar la Hermandad dombenitense inserta en una parroquia claretiana. Una gran satisfacción para todos los que de alguna manera nos sentimos claretianos.
Con posterioridad, ya en el s. XVII, y con unas reglas bastante severas se empiezan a utilizar los antifaces y capirotes para cubrir el rostro, así como las insignias y estandartes, transportando a las imágenes en parihuelas.
Así llegamos a los años treinta del siglo pasado, en los que debido a los sucesos ocurridos durante la II República y la Guerra Civil, sufren las Hermandades y Cofradías y la Iglesia en general una verdadera catástrofe religiosa y eclesiástica. Como reacción a los sucesos ocurridos en esta época de la historia de España surgen en los años cuarenta y siguientes numerosas fundaciones y refundaciones, logrando un auge como no se había tenido desde el siglo XVI. Es la época en la que, en Don Benito, se reorganizan las cofradías de Santa María y Santiago.
Pero me surgen los siguientes interrogantes: ¿Es posible hoy, pensar en nuestras hermandades como asociaciones únicamente de culto y procesión? ¿Qué sean instrumentos que integren durante algunos días de la Cuaresma a unas determinadas personas y el resto del año se conviertan simplemente en lugares de encuentro y reunión de unos pocos sin ninguna actividad concreta que no sea rutinaria? ¿No hemos constatado en más de una ocasión que la gran mayoría de cofrades piensa que el pertenecer a una Hermandad concreta solo implica tener devoción a las imágenes titulares y salir de nazarenos o colaborar como costaleros? ¿Acaso no hemos hablado muchas veces de lo necesario que es que los cofrades descubramos, desde nuestra propia identidad, lo que significa hoy una hermandad para nosotros y para el pueblo que nos rodea?
No se trata de inventar fórmulas que al final queden en una moda más, sino de darle un sentido de vida, fe y solidaridad a una religiosidad que la gente siempre ha percibido como una presencia acogedora, cercana, misteriosa y profunda de Cristo y su Madre Bendita.
En buena manera el Concilio Vaticano II vino a poner las cosas en su sitio, ya que supuso la implantación de una religiosidad más pura, despojada de elementos accesorios, preocupada por la construcción del mundo, más que por el culto público a la divinidad. Una liturgia con unos textos de la Sagrada Escritura y de la liturgia traducidos a la lengua vulgar para que se entiendan y lograr, así, que desaparezca el aspecto mágico. Una liturgia centrada en elementos esenciales como son los sacramentos frente a otro tipo de manifestaciones menos litúrgicas como procesiones o romerías.
Por ello cuando surgen las Asociaciones de Laicos se concretaron en un conjunto de criterios de renovación y compromisos para procurar una mayor formación religiosa y un dinamismo evangelizador, conservando muchas de las expresiones de la religiosidad popular, pero poniendo en cuestión algunas manifestaciones externas, como lujos, joyas, estrenos innecesarios, nombramientos honoríficos, etc.
De todas formas es necesario partir de un reconocimiento de los valores que contiene esta religiosidad popular, asumirlos desde la necesaria purificación e integrarlos desterrando prejuicios y esa marginalidad en la que a veces parece que se hallan sumidos. España y nuestra Comunidad Extremeña deben ser evangelizadas de nuevo, recuperar sus raíces cristianas en sus valores esenciales de amor al hombre, solidaridad con los pobres y desheredados de la tierra, con los que sufren injusticias y vejaciones. Ellos que viven en este Cuarto Mundo que todos hemos fabricado en nuestras propias ciudades con el egoísmo y superficialidad que tantas veces nos caracterizan, muestran al Jesús sufriente que padece y muere por una humanidad que no le comprende.
Los cofrades en este sentido somos responsables de ese Cuarto Mundo en sus ámbitos sociales cuando nos despreocupamos de dar testimonio cristiano ante el hermano que sufre. Y las Hermandades también tienen mucho que decir sobre ese proceso de Nueva Evangelización porque tratan con muchas personas para quienes su única relación con Jesús y su Iglesia es su Cristo, su Virgen o su Cofradía. Desde la religiosidad popular pueden constituirse en emisarios de la Iglesia para llevar el Evangelio al pueblo, para darle una razón seria de vivir en una época carente de valores.
En las manifestaciones de religiosidad, los cofrades presentan al pueblo a un Cristo que sufre y muere por todos, pero ese Cristo no es alguien ajeno a nuestra existencia, sino que, a través de la devoción, lo identificamos con nosotros, con nuestros problemas, preocupaciones y también alegrías. Eso nos mueve a confiarnos a Él, a pedir su ayuda, porque en sus sufrimientos de la Pasión vemos reflejado nuestro propio camino del Calvario, que es la existencia cotidiana, la difícil situación social y económica por la que muchos atraviesan. Por eso muchas personas no hablan de Cristo, sino de su Cristo, y, al identificarse con Él en su Pasión y Muerte en la Cruz, también confían en la futura Resurrección que da sentido a su fe y vida. Cristo muere por AMOR con mayúsculas y por AMOR con mayúsculas Dios lo resucita y sigue presente entre nosotros.
El pueblo no siente muerto al Cristo Crucificado de los pasos. Las gentes saben vivo a ese Jesús que muere por ellos porque ha sufrido con ellos. Es la humilde esperanza a la que nos aferramos, confiando en quién puede darnos nueva vida desde el sufrimiento. Y es que el camino de la Cruz es un camino de Amor. Si los cofrades fuéramos capaces de testimoniar este sentido en nuestras estaciones de penitencia, comprometernos por amor a servir y sufrir con nuestros hermanos, sin duda haríamos realidad el proyecto de Nueva Evangelización, catequizando al pueblo, fin principal del nuestra Semana Santa.
Pero eso solo será posible cuando el testimonio como nazarenos o costaleros en torno al Cristo o a la Virgen de nuestra devoción tenga un reflejo en la vida cotidiana con su amor a esos otros cristos que son los hermanos que sufren y pasan necesidad. Los cofrades, personalmente o a través de sus hermandades, deben hacerse presentes con su solidaridad ante las necesidades de aquellos que miran con devoción a ese Cristo que la hermandad le ofrece en Semana Santa y hacerles comprender que en su nombre, los cofrades acuden con caridad a hacerle visible ante el hermano que sufre. No se trata de dar limosna, sino de darse y compartir con los demás la fe y la vida.
La religiosidad popular es un valor en bruto para la Iglesia. Las cofradías tienen el compromiso de que esta religiosidad sea reevangelizada hacia un compromiso serio por Cristo haciéndolo presente en la sociedad. Para ello es necesario ir al unísono con las parroquias, sintiéndose Iglesia. Los cofrades no solo vivimos para sacar pasos a la calle sino que somos capaces de llevar la esperanza del Evangelio de Cristo a la vida de nuestro pueblo de Don Benito que sufre y reza ante el paso de las imágenes de Semana Santa o de la Virgen de las Cruces.
Estamos ya muy cerca de la Semana Santa. Apenas quedan quince días para que de comienzo. En Don Benito este comienzo tiene lugar el
VIERNES DE DOLORES
Tengo en el recuerdo el paso del Vía Crucis por las calles del barrio de San Juan. Vienen a mi mente la organización y los preparativos de los parroquianos de San Juan. ¡Con cuánta ilusión se hacía todo esto! Teníamos, principalmente, dos objetivos: llevar el mensaje del Amor de Dios a todo el barrio y recorrer detrás de Cristo, El Cristo del Amor acompañado por la Virgen del Silencio, ese camino tan dramático, doloroso y comprometido que fue para Jesús, tratando de aprender, meditando, todos sus pasos.
Hoy hemos mejorado. Aquél Vía Crucis por una zona de Don Benito se ha convertido en un recorrido por la ciudad, en el que participan fieles de todas las parroquias dando un buen ejemplo de unidad tan necesario en todas las acciones de la Iglesia.
Todos sabemos que acompañar a Jesús en esa Vía Dolorosa no es fácil, ya que es un recorrido que tenemos que hacer hacia dentro de nosotros mismos. Es un misterio de pasión y compasión. Me gusta destacar esto, pues junto a la Pasión del Hijo, aparece la Compasión de la Madre. Pero no compasión en el sentido de apenarse. De ninguna manera. Es en el sentido de padecer con, de sufrir en silencio. ¡Qué hermoso ejemplo de Amor por un lado y acompañamiento y dolor de la Madre por otro!
Ojalá seamos capaces de recoger esto y llevarlo a nuestro corazón. Ojalá seamos capaces de descubrir en tantos cristos contemporáneos sus “dolores” y llevarles la compañía y el consuelo que necesitan.
DOMINGO DE RAMOS
En el capítulo 9 del profeta Zacarías podemos leer: “Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.” (Za 9,9). Este vaticinio se cumplió en Jesús bastantes años después cuando se dispone a entrar en Jerusalén. El “Hijo de David”, rey humilde, se dirige a su pueblo, la “Hija de Jerusalén”. Zacarías quiere manifestar la salvación y la paz que el Mesías traerá a Jerusalén, pero ¿cómo lo recibirá el pueblo? San Mateo, en el capítulo 21 dice “La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Hosanna en el cielo. (Mt 21, 8-9).
Esto es lo que evocamos el Domingo de Ramos.
Ya desde unos días antes hay mucha actividad en la iglesia de San Juan. Los cofrades se afanan en poner todo a punto para el desfile procesional. El Domingo de Ramos es un día muy especial para la parroquia. Por la mañana, antes de la Eucaristía, realizamos la procesión de palmas con toda solemnidad ya que ésta es la única procesión verdaderamente litúrgica con que cuenta la Semana Santa. Los fieles marchan entonando cantos hasta la puerta principal del Colegio Claret. Allí se bendicen los ramos; a continuación se vuelve al templo, donde, en un ambiente muy festivo y emocionado se celebra la Santa Misa, en el transcurso de la cual, se impondrá la medalla de la Hermandad y la faja a los nuevos hermanos que juran las Reglas de la Hermandad.
Ya por la tarde tiene lugar el desfile procesional. La Hermandad Parroquial de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Consuelo sale a la calle en manifestación pública de fe. Los penitentes, de blanco impoluto y las mantillas que acompañan a Cristo, durante su recorrido, meditan e interiorizan los misterios de la Pasión del Señor. Los costaleros, a cara descubierta, queriendo seguir los pasos de Jesús y su Madre, llevan sobre sus hombros a las imágenes. Son éstas muy sencillas, construidas con materiales simples, pero por esa misma sencillez, capaces de representar la realidad que evocan. La primera representa a Jesús montando en un asno, la popular borriquita; es la imagen de un Dios que sale al encuentro de todos y con la mano derecha bendice a los que ponen en Él su confianza. La segunda imagen es la de una virgen representando la grandeza de una Madre que calla su propio dolor mientras acoge y consuela a los hijos. Es la mujer fuerte que vive la Palabra, cumple la voluntad de Dios y camina siendo fiel a Jesús hasta las últimas consecuencias.
Esta Hermandad surgió hace pocos años, en 1.994, como iniciativa del Consejo Pastoral Parroquial para llegar a los alejados a través de la religiosidad popular a veces tan denostada, y tienen a gala, en sus disposiciones, no poseer adornos ni objetos de lujo, con lo que podrán participar de una forma más activa en la acción caritativa de la Iglesia.
LUNES SANTO
Si, ya se que este día no hay actividad procesional en Don Benito. Sin embargo se que en algunas localidades de Extremadura aparece por las calles en este día la escena de la Oración en el Huerto. Nos representa lo trágico que fue para Jesús. También en nosotros, en algún momento "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
de nuestras vidas, Getsemaní se hace presente. Por eso no quiero que pase desapercibido este pasaje del Evangelio. San Mateo nos cuenta que Jesús se moría de tristeza y, mientras sus discípulos dormían, Él oraba diciendo:
El Cristo de San Mateo obedece plenamente y ora con intensidad al Padre. No es una súplica resignada, sino un ardiente deseo de que la voluntad del Padre se cumpla en Él. ¡Qué difícil aceptar esa voluntad! Tengo que reconocer, haciendo confesión pública, lo difícil que a veces me resulta incluso rezar el Padrenuestro.
Jesús nos traza el camino porque sabe que "Dios abre un clima de confianza tendiéndonos la mano cuando llegan los temporales, se debilita la salud, el fracaso asoma en la vida, aflora la decepción, la muerte nos deja solos, la ilusión se marcha y todo parece oscurecerse a nuestro alrededor. Nos vamos llenando de temores, oscuridades y desasosiegos. Pues en ese momento, es cuando está el Señor invitando a la confianza, a la entrega de su providencia amorosa".
Por eso reivindico para la Semana Santa de Don Benito la salida en este día de la imagen de la que ya dispone esta parroquia de Santiago, para que con su fuerza de expresión plástica, nos haga reflexionar a todos. Porque, queridos amigos, todos tenemos que pasar un poco antes o un poco después por Getsemaní.
<Continúa>
Gracias también a los miembros de la Junta de Cofradías por haberme propuesto para pregonar, en Don Benito, la Semana Santa de 2.011. Es un inmenso honor. Cuando su Presidenta, Paqui Ruíz me llamó para decírmelo, no daba crédito a lo que oía. Pensé que no podría hacerlo. Y pensé también en la grave responsabilidad que contraía al leer este pregón y, por otro lado, ¿Cómo atreverme yo, humilde aprendiz de pregonero a cantar las excelencias de nuestra Semana Santa sabiendo de la categoría y el prestigio de todos los pregoneros que me han precedido? Busqué mil escusas; algunas di. Sin embargo, pensando que esta propuesta, como todo en nuestras vidas, venía de Dios, después de reflexionar, decidí hacerlo. Invoqué una y mil veces al Espíritu Santo para que desde mi corazón brotaran las mejores palabras para anunciar la Semana Grande de Don Benito, donde el Amor de Dios se hace patente a los hombres, poniendo de manifiesto, una vez más, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Es una tarea que asumo con mucho cariño y que trataré de cumplir de la mejor manera que sepa.
La Pasión,Muerte y Resurrección de Jesús es una realidad que año tras año celebramos, sabiendo que la acción del Espíritu sigue trayendo la salvación a los hombres de nuestro tiempo recordando la encarnación del Hijo de Dios quien en palabras de Isaías (cf. Is 61, 1s) “fue enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, proclamar la libertad a los cautivos y transformar su abatimiento en cánticos, para anunciar el desquite de nuestro Dios”.
Pero la Semana Santa no siempre se ha celebrado como en la actualidad. Se sabe que las procesiones ya existían en algunas culturas antiguas. Sin embargo, para nosotros, esta tradición comienza hace 2.000 años, en Jerusalén, cuando Jesús es vitoreado y aclamado de forma masiva con ramos de olivos y palmas.
Más tarde, en los primeros tiempos, la Iglesia, debido a las persecuciones, se vio obligada a vivir en clandestinidad. Y es después del Edicto de Milán, cuando el hombre cambia la concepción que tenía de sí mismo. Condicionado por la idea del pecado que le ha sido inculcada, busca en la penitencia el medio para asegurarse su salvación.
Entonces aparecen las cofradías que, con los gremios, no son solo penitenciales, sino también dedicadas a otras funciones: estrictamente devocionales, asistenciales, regidoras de hospitales, obras de piedad, ayuda material y espiritual a presos, etc.
La Semana Santa, tal y como la entendemos hoy, surge después del Concilio de Trento, en 1.545, como muestra de expresión de la religiosidad popular para defender y propagar la fe con representaciones en la calle.
Anteriormente, en 1.356, se aprueba la primera regla de hermandad. La del Silencio de Sevilla, una de las primeras y más famosas de las procesiones españolas. Me gustaría destacar aquí que una de las Hermandades de Don Benito, la Hermandad Parroquial de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Consuelo toma sus Estatutos precisamente de estas reglas. También es digno de resaltar que San Antonio Mª Claret, fundador de los Misioneros Claretianos, fue hermano de dicha Hermandad sevillana, hecho por el cual nos animamos a tomar sus reglas, al estar la Hermandad dombenitense inserta en una parroquia claretiana. Una gran satisfacción para todos los que de alguna manera nos sentimos claretianos.
Con posterioridad, ya en el s. XVII, y con unas reglas bastante severas se empiezan a utilizar los antifaces y capirotes para cubrir el rostro, así como las insignias y estandartes, transportando a las imágenes en parihuelas.
Así llegamos a los años treinta del siglo pasado, en los que debido a los sucesos ocurridos durante la II República y la Guerra Civil, sufren las Hermandades y Cofradías y la Iglesia en general una verdadera catástrofe religiosa y eclesiástica. Como reacción a los sucesos ocurridos en esta época de la historia de España surgen en los años cuarenta y siguientes numerosas fundaciones y refundaciones, logrando un auge como no se había tenido desde el siglo XVI. Es la época en la que, en Don Benito, se reorganizan las cofradías de Santa María y Santiago.
Pero me surgen los siguientes interrogantes: ¿Es posible hoy, pensar en nuestras hermandades como asociaciones únicamente de culto y procesión? ¿Qué sean instrumentos que integren durante algunos días de la Cuaresma a unas determinadas personas y el resto del año se conviertan simplemente en lugares de encuentro y reunión de unos pocos sin ninguna actividad concreta que no sea rutinaria? ¿No hemos constatado en más de una ocasión que la gran mayoría de cofrades piensa que el pertenecer a una Hermandad concreta solo implica tener devoción a las imágenes titulares y salir de nazarenos o colaborar como costaleros? ¿Acaso no hemos hablado muchas veces de lo necesario que es que los cofrades descubramos, desde nuestra propia identidad, lo que significa hoy una hermandad para nosotros y para el pueblo que nos rodea?
No se trata de inventar fórmulas que al final queden en una moda más, sino de darle un sentido de vida, fe y solidaridad a una religiosidad que la gente siempre ha percibido como una presencia acogedora, cercana, misteriosa y profunda de Cristo y su Madre Bendita.
En buena manera el Concilio Vaticano II vino a poner las cosas en su sitio, ya que supuso la implantación de una religiosidad más pura, despojada de elementos accesorios, preocupada por la construcción del mundo, más que por el culto público a la divinidad. Una liturgia con unos textos de la Sagrada Escritura y de la liturgia traducidos a la lengua vulgar para que se entiendan y lograr, así, que desaparezca el aspecto mágico. Una liturgia centrada en elementos esenciales como son los sacramentos frente a otro tipo de manifestaciones menos litúrgicas como procesiones o romerías.
Por ello cuando surgen las Asociaciones de Laicos se concretaron en un conjunto de criterios de renovación y compromisos para procurar una mayor formación religiosa y un dinamismo evangelizador, conservando muchas de las expresiones de la religiosidad popular, pero poniendo en cuestión algunas manifestaciones externas, como lujos, joyas, estrenos innecesarios, nombramientos honoríficos, etc.
De todas formas es necesario partir de un reconocimiento de los valores que contiene esta religiosidad popular, asumirlos desde la necesaria purificación e integrarlos desterrando prejuicios y esa marginalidad en la que a veces parece que se hallan sumidos. España y nuestra Comunidad Extremeña deben ser evangelizadas de nuevo, recuperar sus raíces cristianas en sus valores esenciales de amor al hombre, solidaridad con los pobres y desheredados de la tierra, con los que sufren injusticias y vejaciones. Ellos que viven en este Cuarto Mundo que todos hemos fabricado en nuestras propias ciudades con el egoísmo y superficialidad que tantas veces nos caracterizan, muestran al Jesús sufriente que padece y muere por una humanidad que no le comprende.
Los cofrades en este sentido somos responsables de ese Cuarto Mundo en sus ámbitos sociales cuando nos despreocupamos de dar testimonio cristiano ante el hermano que sufre. Y las Hermandades también tienen mucho que decir sobre ese proceso de Nueva Evangelización porque tratan con muchas personas para quienes su única relación con Jesús y su Iglesia es su Cristo, su Virgen o su Cofradía. Desde la religiosidad popular pueden constituirse en emisarios de la Iglesia para llevar el Evangelio al pueblo, para darle una razón seria de vivir en una época carente de valores.
En las manifestaciones de religiosidad, los cofrades presentan al pueblo a un Cristo que sufre y muere por todos, pero ese Cristo no es alguien ajeno a nuestra existencia, sino que, a través de la devoción, lo identificamos con nosotros, con nuestros problemas, preocupaciones y también alegrías. Eso nos mueve a confiarnos a Él, a pedir su ayuda, porque en sus sufrimientos de la Pasión vemos reflejado nuestro propio camino del Calvario, que es la existencia cotidiana, la difícil situación social y económica por la que muchos atraviesan. Por eso muchas personas no hablan de Cristo, sino de su Cristo, y, al identificarse con Él en su Pasión y Muerte en la Cruz, también confían en la futura Resurrección que da sentido a su fe y vida. Cristo muere por AMOR con mayúsculas y por AMOR con mayúsculas Dios lo resucita y sigue presente entre nosotros.
El pueblo no siente muerto al Cristo Crucificado de los pasos. Las gentes saben vivo a ese Jesús que muere por ellos porque ha sufrido con ellos. Es la humilde esperanza a la que nos aferramos, confiando en quién puede darnos nueva vida desde el sufrimiento. Y es que el camino de la Cruz es un camino de Amor. Si los cofrades fuéramos capaces de testimoniar este sentido en nuestras estaciones de penitencia, comprometernos por amor a servir y sufrir con nuestros hermanos, sin duda haríamos realidad el proyecto de Nueva Evangelización, catequizando al pueblo, fin principal del nuestra Semana Santa.
Pero eso solo será posible cuando el testimonio como nazarenos o costaleros en torno al Cristo o a la Virgen de nuestra devoción tenga un reflejo en la vida cotidiana con su amor a esos otros cristos que son los hermanos que sufren y pasan necesidad. Los cofrades, personalmente o a través de sus hermandades, deben hacerse presentes con su solidaridad ante las necesidades de aquellos que miran con devoción a ese Cristo que la hermandad le ofrece en Semana Santa y hacerles comprender que en su nombre, los cofrades acuden con caridad a hacerle visible ante el hermano que sufre. No se trata de dar limosna, sino de darse y compartir con los demás la fe y la vida.
La religiosidad popular es un valor en bruto para la Iglesia. Las cofradías tienen el compromiso de que esta religiosidad sea reevangelizada hacia un compromiso serio por Cristo haciéndolo presente en la sociedad. Para ello es necesario ir al unísono con las parroquias, sintiéndose Iglesia. Los cofrades no solo vivimos para sacar pasos a la calle sino que somos capaces de llevar la esperanza del Evangelio de Cristo a la vida de nuestro pueblo de Don Benito que sufre y reza ante el paso de las imágenes de Semana Santa o de la Virgen de las Cruces.
Estamos ya muy cerca de la Semana Santa. Apenas quedan quince días para que de comienzo. En Don Benito este comienzo tiene lugar el
VIERNES DE DOLORES
Tengo en el recuerdo el paso del Vía Crucis por las calles del barrio de San Juan. Vienen a mi mente la organización y los preparativos de los parroquianos de San Juan. ¡Con cuánta ilusión se hacía todo esto! Teníamos, principalmente, dos objetivos: llevar el mensaje del Amor de Dios a todo el barrio y recorrer detrás de Cristo, El Cristo del Amor acompañado por la Virgen del Silencio, ese camino tan dramático, doloroso y comprometido que fue para Jesús, tratando de aprender, meditando, todos sus pasos.
Hoy hemos mejorado. Aquél Vía Crucis por una zona de Don Benito se ha convertido en un recorrido por la ciudad, en el que participan fieles de todas las parroquias dando un buen ejemplo de unidad tan necesario en todas las acciones de la Iglesia.
Todos sabemos que acompañar a Jesús en esa Vía Dolorosa no es fácil, ya que es un recorrido que tenemos que hacer hacia dentro de nosotros mismos. Es un misterio de pasión y compasión. Me gusta destacar esto, pues junto a la Pasión del Hijo, aparece la Compasión de la Madre. Pero no compasión en el sentido de apenarse. De ninguna manera. Es en el sentido de padecer con, de sufrir en silencio. ¡Qué hermoso ejemplo de Amor por un lado y acompañamiento y dolor de la Madre por otro!
Ojalá seamos capaces de recoger esto y llevarlo a nuestro corazón. Ojalá seamos capaces de descubrir en tantos cristos contemporáneos sus “dolores” y llevarles la compañía y el consuelo que necesitan.
DOMINGO DE RAMOS
En el capítulo 9 del profeta Zacarías podemos leer: “Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.” (Za 9,9). Este vaticinio se cumplió en Jesús bastantes años después cuando se dispone a entrar en Jerusalén. El “Hijo de David”, rey humilde, se dirige a su pueblo, la “Hija de Jerusalén”. Zacarías quiere manifestar la salvación y la paz que el Mesías traerá a Jerusalén, pero ¿cómo lo recibirá el pueblo? San Mateo, en el capítulo 21 dice “La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Hosanna en el cielo. (Mt 21, 8-9).
Esto es lo que evocamos el Domingo de Ramos.
Ya desde unos días antes hay mucha actividad en la iglesia de San Juan. Los cofrades se afanan en poner todo a punto para el desfile procesional. El Domingo de Ramos es un día muy especial para la parroquia. Por la mañana, antes de la Eucaristía, realizamos la procesión de palmas con toda solemnidad ya que ésta es la única procesión verdaderamente litúrgica con que cuenta la Semana Santa. Los fieles marchan entonando cantos hasta la puerta principal del Colegio Claret. Allí se bendicen los ramos; a continuación se vuelve al templo, donde, en un ambiente muy festivo y emocionado se celebra la Santa Misa, en el transcurso de la cual, se impondrá la medalla de la Hermandad y la faja a los nuevos hermanos que juran las Reglas de la Hermandad.
Ya por la tarde tiene lugar el desfile procesional. La Hermandad Parroquial de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Consuelo sale a la calle en manifestación pública de fe. Los penitentes, de blanco impoluto y las mantillas que acompañan a Cristo, durante su recorrido, meditan e interiorizan los misterios de la Pasión del Señor. Los costaleros, a cara descubierta, queriendo seguir los pasos de Jesús y su Madre, llevan sobre sus hombros a las imágenes. Son éstas muy sencillas, construidas con materiales simples, pero por esa misma sencillez, capaces de representar la realidad que evocan. La primera representa a Jesús montando en un asno, la popular borriquita; es la imagen de un Dios que sale al encuentro de todos y con la mano derecha bendice a los que ponen en Él su confianza. La segunda imagen es la de una virgen representando la grandeza de una Madre que calla su propio dolor mientras acoge y consuela a los hijos. Es la mujer fuerte que vive la Palabra, cumple la voluntad de Dios y camina siendo fiel a Jesús hasta las últimas consecuencias.
Esta Hermandad surgió hace pocos años, en 1.994, como iniciativa del Consejo Pastoral Parroquial para llegar a los alejados a través de la religiosidad popular a veces tan denostada, y tienen a gala, en sus disposiciones, no poseer adornos ni objetos de lujo, con lo que podrán participar de una forma más activa en la acción caritativa de la Iglesia.
LUNES SANTO
Si, ya se que este día no hay actividad procesional en Don Benito. Sin embargo se que en algunas localidades de Extremadura aparece por las calles en este día la escena de la Oración en el Huerto. Nos representa lo trágico que fue para Jesús. También en nosotros, en algún momento "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
de nuestras vidas, Getsemaní se hace presente. Por eso no quiero que pase desapercibido este pasaje del Evangelio. San Mateo nos cuenta que Jesús se moría de tristeza y, mientras sus discípulos dormían, Él oraba diciendo:
El Cristo de San Mateo obedece plenamente y ora con intensidad al Padre. No es una súplica resignada, sino un ardiente deseo de que la voluntad del Padre se cumpla en Él. ¡Qué difícil aceptar esa voluntad! Tengo que reconocer, haciendo confesión pública, lo difícil que a veces me resulta incluso rezar el Padrenuestro.
Jesús nos traza el camino porque sabe que "Dios abre un clima de confianza tendiéndonos la mano cuando llegan los temporales, se debilita la salud, el fracaso asoma en la vida, aflora la decepción, la muerte nos deja solos, la ilusión se marcha y todo parece oscurecerse a nuestro alrededor. Nos vamos llenando de temores, oscuridades y desasosiegos. Pues en ese momento, es cuando está el Señor invitando a la confianza, a la entrega de su providencia amorosa".
Por eso reivindico para la Semana Santa de Don Benito la salida en este día de la imagen de la que ya dispone esta parroquia de Santiago, para que con su fuerza de expresión plástica, nos haga reflexionar a todos. Porque, queridos amigos, todos tenemos que pasar un poco antes o un poco después por Getsemaní.
<Continúa>
Pregón de la Semana Santa 2011 (II)
MARTES SANTO
"Jesús comparece dos veces ante el sanedrín. El injusto proceso termina con un grito hipócrita: ¡Ha blasfemado! Pero el verdadero motivo del rechazo de Jesús por los jefes de Israel es la serena pretensión del Siervo doliente de Isaías a ser el Mesías glorioso y el verdadero Hijo de Dios. Él vive la seguridad de que el Padre está con Él y no le abandona".
Esta escena ante Caifás es lo que quiere representar en este día la Cofradía del Santísimo Cristo de Medinaceli. La Cofradía más joven de Don Benito ya que fue fundada en el año 1.999 y sus componentes, la mayoría vestidos con el hábito nazareno, pretenden, con fe y entusiasmo, acercar este pasaje de la vida de Jesús a todas las personas que admiran esta imagen con religiosidad y fervor.
La imagen, de reciente adquisición, es obra de un escultor sevillano, Lastruchi, familiar de otro que realizó la imagen del Cristo de la Buena Muerte para otra cofradía de esta parroquia. Representa a Jesús cautivo, coronado de espinas, descalzo y maniatado como un delincuente. Viste el hábito penitente y lleva sobre los hombros un escapulario. Las potencias que adornan su cabeza dan idea de la gloria de Dios que consiste en amar dando la vida para la salvación de los hombres.
Siempre, cuando veo esta procesión en la calle y me fijo en la imagen de Jesús cautivo, en su serenidad y docilidad pienso que expresa el reflejo de las bienaventuranzas: los pobres y limpios de corazón, aquellos que perdonan y tienen misericordia, los que rechazan la violencia, los que trabajan por la justicia y aceptan sufrir si lo exige el amor al hermano.
Esta Cofradía procesiona el Martes Santo por las calles de Don Benito. A continuación, dentro del templo, D. Nicolás García será el encargado este año de hacernos reflexionar sobre las Siete Palabras.
MIÉRCOLES SANTO
Es Miércoles Santo. A últimas horas de la tarde, poco a poco, van llenándose de personas los alrededores de la iglesia de Santa María. El motivo es sencillo: ver la salida del paso del Santísimo Cristo de la Paz. El momento es tenso y está cargado de emoción. Tenso por la dificultad que entraña, debido a la altura de la cruz para su salida por la puerta de la iglesia y es emocionante porque queda patente el esfuerzo de los costaleros. Pero llega a ser sublime cuando se oye la voz de Antonio Martín cantando el himno al Cristo. No es para perderse esta salida.
Después la procesión emprende la marcha por el barrio de Santa María llevando esa imagen de Cristo, copia de otro yacente, en cuyo semblante de muerte se refleja la Paz.
La Paz. Me viene a la memoria un cuento oriental, seguramente conocido de muchos. Cuentan que una vez un rey ofreció un gran premio al artista que fuera capaz de reflejar en una pintura la paz verdadera. Hubo un gran número de obras presentadas, pero a él, solo le gustaron dos y tuvo que elegir entre ellas.
La primera representaba un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy
azul con tenues nubes blancas. Quienes miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un intenso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, vio, tras la cascada, una grieta en la roca. En esta grieta se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarillo en medio de su nido… ¡Paz perfecta!
El rey escogió esta pintura, porque según explicó después, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas esas dificultades permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón".
Para los cristianos, paz y conflicto no son términos contrapuestos. Necesitamos la paz y debemos luchar por ella. Dice Isaías 2,4 "… de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas" y Mateo (26,52) "… quien usa espada a espada morirá". Pero también es necesario el conflicto, que es distinto de la violencia, la cual debe ser descartable porque significa siempre un ataque frontal a la paz.
El cristiano debe asumir el conflicto como parte de la vida, ya que aparece a nivel personal, comunitario y eclesial; pero no puede bajar el listón por la paz y la no-violencia ya que constituyen bienes morales irrenunciables. Es esencial educar para la paz desde la imposibilidad de evitar el conflicto.
JUEVES SANTO
Cuando San Juan en su evangelio nos cuenta que Jesús decide lavarles los pies a sus discípulos nos ofrece un testimonio de servicio en el que queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: servir. En el capítulo 13 podemos leer "Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros" (Jn 13,15).
Hoy parece que predominan otros valores: el deseo de copar los mejores puestos, el ser los primeros, buscar el beneficio propio, etc., hacen imposible el servicio y la fraternidad porque Con muchísimo gusto gastaré y me desgastaré yo mismo por vosotros. Esto es exactamente lo que hizo Jesús, gastar su vida al servicio de los demás. Y la culminación de esa Vida Buena, el broche que la perfecciona, es la Buena Muerte.
aparece la lógica rivalidad en el conjunto de las relaciones humanas. Vivimos sumidos en las tinieblas del egoísmo de una cultura de la muerte. El Jueves Santo es un día en el que Dios nos invita, por medio del servicio, a ser esas lámparas que lleven la luz de Cristo al mundo. El amor que Dios nos manifiesta debe convertirse en servicio que de testimonio de su presencia entre nosotros. El cristiano y por tanto el cofrade siguiendo el "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15,12) debe ser como esa levadura que transforma al mundo para que éste se renueve y transforme.
Así deben ser nuestras hermandades y cofradías: "comunidades abiertas y fraternas, expresión del amor incondicional y gratuito de Jesús a los hombres. En ellas, como en todas las parroquias, han de prevalecer la austeridad y el desprendimiento por encima de la ostentación y el lujo de otras épocas. Pues no cabe mayor privilegio que servir a los otros y, unidos, trabajar por un mundo más justo y más humano".
Merece la pena hacer nuestras las palabras de San Pablo en su segunda carta a los Corintios (2Cor 12,15):
Nuestra cultura occidental ha llegado a valorar que la buena muerte es aquella que tiene lugar sin que el que la padece se de cuenta de lo que está ocurriendo. La fe nos dice lo contrario: la enfermedad y la agonía son una ocasión de gracia para preparar el Encuentro; son uno de los momentos cumbres de nuestra vida.
En nuestro pueblo, después de la asistencia a los Oficios, ya de noche, esperamos la salida desde la iglesia de Santiago de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores. Es ésta una de las cofradías más antiguas de Don Benito ya que procesiona desde el año 1.954 y tiene dos imágenes: la de Cristo crucificado, obra de un famoso imaginero sevillano, es de un gran realismo y constituye una auténtica obra de arte; la otra imagen representa a la Virgen en su Dolor, es de una gran belleza y en su rostro podemos percibir la angustia con la que cargó ante la Pasión y Muerte de su Hijo.
Me gusta, año tras año, ver esta procesión en la calle Donoso Cortés, a la altura del convento de las Carmelitas. Disfrutar, cuando a la voz de los capataces Pedro Dueñas y Pepe Ramos giran los
pasos y se oyen los cantos de las monjas, ejemplo de mujeres que gastan su vida en el servicio de la oración por todos nosotros. Después, marchar tras la Virgen de los Dolores recordando cómo María es la Mujer que sirve a la Palabra en el sacrificio de su Hijo.
Por fin la entrada en su iglesia. ¡Qué esfuerzo el de los costaleros de ambos pasos cuando los presentan de frente y qué emoción al pensar que algo así debió contemplar María en el Calvario!
VIERNES SANTO
En el Huerto de los Olivos, Jesús asume compartir lo más oscuro de la existencia humana: la muerte. Y afronta su destino. Cuando estaba allí con sus discípulos, un grupo de gente, conducidos por Judas lo prendieron, lo ataron y lo llevaron a casa de Caifás y al Pretorio acusándolo de blasfemo. Pilato lo manda azotar, permite que se burlen de Él y lo entrega para que sea crucificado.
Camino del Gólgota le obligan a cargar con la cruz y al llegar lo crucifican junto con dos bandidos. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la de Cleofás y María la Magdalena.
Hoy parece que asistimos a la desaparición progresiva del símbolo de la cruz. Desaparece de las casas y de los lugares donde se encuentran los vivos y también de las tumbas de los muertos, y desaparece sobre todo del corazón de muchos hombres y mujeres a quienes molesta contemplarla, tal vez porque la cruz es signo de humillación, derrota y muerte. Pero esto es cuando la cruz está vacía, cuando está Cristo en ella, cambia la humillación por exaltación, la derrota por la victoria y la muerte por la vida. La cruz, con Jesús clavado en ella, es camino hacia la luz.
En Don Benito, después de los Oficios del Viernes Santo, un puñado de personas se congrega a las puertas de la iglesia de Santiago para ver el Santo Entierro. "Hay poca gente en la calle y pocos acompañando el féretro, pero éstos pocos van unidos, con Jesús en medio, y eso basta". Alguien ha escrito que "esta procesión camina siempre deprisa, que esto puede ser porque sintamos vergüenza… o tal vez porque temamos la muerte".
Más tarde acompañamos a María en su Soledad, pero esa soledad solo dura un rato. Cuando se abren las puertas de la iglesia de Santa María hay mucha gente para ver a María. Otros muchos, vestidos de luto muestran en el pecho la pena de haber dado muerte a Dios. Son los penitentes de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo de la Paz, que vienen procesionando desde antes de 1.952. Es la tradicional "Procesión del Silencio". También hay muchas mujeres ataviadas con mantillas negras.
Todas ellas y bastantes personas del público que van detrás de la Virgen acompañan a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que pierde a su Hijo Amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran esperanza sostenida por la fe. María vio a su Hijo abandonado por los apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado de espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero lleno de astillas y muy pesado, hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo comprendamos.
La imagen de la Virgen de la Soledad nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida.
Este año, como novedad, en este mismo día y juntos saldrán todos los pasos representativos de las Hermandades de Don Benito. Es lo que hemos dado en llamar Procesión Magna. Es una muestra más de la unidad que debe prevalecer en la Iglesia.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
En el capítulo 16 de San Mateo podemos leer: Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como
"Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como nosotros. Nos quedamos en la muerte, en la cruz. No nos damos cuenta que los planes de Dios para los hombres son mucho más. Pensamos que la vida empieza cuando nacemos y termina cuando morimos. Por la fe sabemos que no. Antes de nacer ya éramos y después de morir seguiremos siendo. Ésta es nuestra fe. Creo firmemente en lo que cuentan los apóstoles y los evangelistas y eso, en mis circunstancias, me da mucha tranquilidad.
San Juan nos relata en su evangelio que el primer día de la semana fueron la Magdalena y otras mujeres al sepulcro, pero lo encontraron vacío. Rápidamente avisaron a Pedro y Juan que salen presurosos camino del sepulcro. El discípulo amado vio y creyó. Es decir, al ver el sepulcro vacio y las vendas en el suelo captó el verdadero sentido de los que estaba ocurriendo.
En el pregón pascual se canta: ¡Qué noche tan dichosa! Solo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. ¡Que noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
La noticia debió extenderse rápidamente. Jesús se fue apareciendo a muchos: primero a María la Magdalena, luego a Pedro y a los apóstoles, luego a otros. Aquellos discípulos de Jesús que estaban muy asustados por lo que había ocurrido, comenzaron a entender que Jesús pertenecía al mundo de los vivos. En sus encuentros les da la Paz y les comunica el Espíritu Santo. El miedo se torna en alegría y surge la Iglesia.
Cada día se sumaban más personas en torno a los apóstoles y según cuenta el Libro de los Hechos "eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Vivian todos unidos y ninguno pasaba necesidad. Diariamente acudían al templo y comían juntos alabando a Dios. Se pone entonces de manifiesto las características de la comunidad cristiana: estar unidos y orar en común.
En estos momentos de la historia, en nuestro pueblo, aquí, ahora mismo, ¿sería posible llevar esto a cabo? ¿Sería posible que nuestras hermandades y cofradías se propusieran realizar algo parecido?
Han pasado veinte siglos. Ha cambiado la concepción del mundo y han surgido nuevas ideas, pero ninguna ha podido sustituir a Cristo. Su mensaje sigue inmutable y vigente. CRISTO VIVE.
La Resurrección de Jesús es el hecho más importante y trascendente de la historia. Toda la Semana Santa no es sino reflejo de la absoluta Inmensidad y Grandeza de Dios.
Virgen del Silencio, del Consuelo, de los Dolores, de la Soledad, intercede para que vivamos con alegría nuestra fe, ayudando a que actúe el Espíritu Santo. Que todo cuanto hagamos sea en alabanza de Cristo trabajando por un mundo mejor. Que tengamos siempre afán de superación ante la adversidad, que seamos capaces de ilusionar a la juventud y que pasemos por esta vida haciendo el bien, viviendo el verdadero sentido de la Cruz de Cristo.
Gracias Señor por haberme regalado vivir en Don Benito y disfrutar de mis amigos; por haberme dado a mis hijos, a mi mujer, a mis padres, a mi familia, a mi Hermandad y a la Iglesia de la que todos formamos parte desde la fe, esa fe cristiana que es el único fundamento de la Semana Santa Dombenitense.
Muchas gracias y buenas noches.
José Mª Casablanca Ramos.
Dos de abril de 2.011.
"Jesús comparece dos veces ante el sanedrín. El injusto proceso termina con un grito hipócrita: ¡Ha blasfemado! Pero el verdadero motivo del rechazo de Jesús por los jefes de Israel es la serena pretensión del Siervo doliente de Isaías a ser el Mesías glorioso y el verdadero Hijo de Dios. Él vive la seguridad de que el Padre está con Él y no le abandona".
Esta escena ante Caifás es lo que quiere representar en este día la Cofradía del Santísimo Cristo de Medinaceli. La Cofradía más joven de Don Benito ya que fue fundada en el año 1.999 y sus componentes, la mayoría vestidos con el hábito nazareno, pretenden, con fe y entusiasmo, acercar este pasaje de la vida de Jesús a todas las personas que admiran esta imagen con religiosidad y fervor.
La imagen, de reciente adquisición, es obra de un escultor sevillano, Lastruchi, familiar de otro que realizó la imagen del Cristo de la Buena Muerte para otra cofradía de esta parroquia. Representa a Jesús cautivo, coronado de espinas, descalzo y maniatado como un delincuente. Viste el hábito penitente y lleva sobre los hombros un escapulario. Las potencias que adornan su cabeza dan idea de la gloria de Dios que consiste en amar dando la vida para la salvación de los hombres.
Siempre, cuando veo esta procesión en la calle y me fijo en la imagen de Jesús cautivo, en su serenidad y docilidad pienso que expresa el reflejo de las bienaventuranzas: los pobres y limpios de corazón, aquellos que perdonan y tienen misericordia, los que rechazan la violencia, los que trabajan por la justicia y aceptan sufrir si lo exige el amor al hermano.
Esta Cofradía procesiona el Martes Santo por las calles de Don Benito. A continuación, dentro del templo, D. Nicolás García será el encargado este año de hacernos reflexionar sobre las Siete Palabras.
MIÉRCOLES SANTO
Es Miércoles Santo. A últimas horas de la tarde, poco a poco, van llenándose de personas los alrededores de la iglesia de Santa María. El motivo es sencillo: ver la salida del paso del Santísimo Cristo de la Paz. El momento es tenso y está cargado de emoción. Tenso por la dificultad que entraña, debido a la altura de la cruz para su salida por la puerta de la iglesia y es emocionante porque queda patente el esfuerzo de los costaleros. Pero llega a ser sublime cuando se oye la voz de Antonio Martín cantando el himno al Cristo. No es para perderse esta salida.
Después la procesión emprende la marcha por el barrio de Santa María llevando esa imagen de Cristo, copia de otro yacente, en cuyo semblante de muerte se refleja la Paz.
La Paz. Me viene a la memoria un cuento oriental, seguramente conocido de muchos. Cuentan que una vez un rey ofreció un gran premio al artista que fuera capaz de reflejar en una pintura la paz verdadera. Hubo un gran número de obras presentadas, pero a él, solo le gustaron dos y tuvo que elegir entre ellas.
La primera representaba un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy
azul con tenues nubes blancas. Quienes miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un intenso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, vio, tras la cascada, una grieta en la roca. En esta grieta se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarillo en medio de su nido… ¡Paz perfecta!
El rey escogió esta pintura, porque según explicó después, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas esas dificultades permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón".
Para los cristianos, paz y conflicto no son términos contrapuestos. Necesitamos la paz y debemos luchar por ella. Dice Isaías 2,4 "… de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas" y Mateo (26,52) "… quien usa espada a espada morirá". Pero también es necesario el conflicto, que es distinto de la violencia, la cual debe ser descartable porque significa siempre un ataque frontal a la paz.
El cristiano debe asumir el conflicto como parte de la vida, ya que aparece a nivel personal, comunitario y eclesial; pero no puede bajar el listón por la paz y la no-violencia ya que constituyen bienes morales irrenunciables. Es esencial educar para la paz desde la imposibilidad de evitar el conflicto.
JUEVES SANTO
Cuando San Juan en su evangelio nos cuenta que Jesús decide lavarles los pies a sus discípulos nos ofrece un testimonio de servicio en el que queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: servir. En el capítulo 13 podemos leer "Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros" (Jn 13,15).
Hoy parece que predominan otros valores: el deseo de copar los mejores puestos, el ser los primeros, buscar el beneficio propio, etc., hacen imposible el servicio y la fraternidad porque Con muchísimo gusto gastaré y me desgastaré yo mismo por vosotros. Esto es exactamente lo que hizo Jesús, gastar su vida al servicio de los demás. Y la culminación de esa Vida Buena, el broche que la perfecciona, es la Buena Muerte.
aparece la lógica rivalidad en el conjunto de las relaciones humanas. Vivimos sumidos en las tinieblas del egoísmo de una cultura de la muerte. El Jueves Santo es un día en el que Dios nos invita, por medio del servicio, a ser esas lámparas que lleven la luz de Cristo al mundo. El amor que Dios nos manifiesta debe convertirse en servicio que de testimonio de su presencia entre nosotros. El cristiano y por tanto el cofrade siguiendo el "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15,12) debe ser como esa levadura que transforma al mundo para que éste se renueve y transforme.
Así deben ser nuestras hermandades y cofradías: "comunidades abiertas y fraternas, expresión del amor incondicional y gratuito de Jesús a los hombres. En ellas, como en todas las parroquias, han de prevalecer la austeridad y el desprendimiento por encima de la ostentación y el lujo de otras épocas. Pues no cabe mayor privilegio que servir a los otros y, unidos, trabajar por un mundo más justo y más humano".
Merece la pena hacer nuestras las palabras de San Pablo en su segunda carta a los Corintios (2Cor 12,15):
Nuestra cultura occidental ha llegado a valorar que la buena muerte es aquella que tiene lugar sin que el que la padece se de cuenta de lo que está ocurriendo. La fe nos dice lo contrario: la enfermedad y la agonía son una ocasión de gracia para preparar el Encuentro; son uno de los momentos cumbres de nuestra vida.
En nuestro pueblo, después de la asistencia a los Oficios, ya de noche, esperamos la salida desde la iglesia de Santiago de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores. Es ésta una de las cofradías más antiguas de Don Benito ya que procesiona desde el año 1.954 y tiene dos imágenes: la de Cristo crucificado, obra de un famoso imaginero sevillano, es de un gran realismo y constituye una auténtica obra de arte; la otra imagen representa a la Virgen en su Dolor, es de una gran belleza y en su rostro podemos percibir la angustia con la que cargó ante la Pasión y Muerte de su Hijo.
Me gusta, año tras año, ver esta procesión en la calle Donoso Cortés, a la altura del convento de las Carmelitas. Disfrutar, cuando a la voz de los capataces Pedro Dueñas y Pepe Ramos giran los
pasos y se oyen los cantos de las monjas, ejemplo de mujeres que gastan su vida en el servicio de la oración por todos nosotros. Después, marchar tras la Virgen de los Dolores recordando cómo María es la Mujer que sirve a la Palabra en el sacrificio de su Hijo.
Por fin la entrada en su iglesia. ¡Qué esfuerzo el de los costaleros de ambos pasos cuando los presentan de frente y qué emoción al pensar que algo así debió contemplar María en el Calvario!
VIERNES SANTO
En el Huerto de los Olivos, Jesús asume compartir lo más oscuro de la existencia humana: la muerte. Y afronta su destino. Cuando estaba allí con sus discípulos, un grupo de gente, conducidos por Judas lo prendieron, lo ataron y lo llevaron a casa de Caifás y al Pretorio acusándolo de blasfemo. Pilato lo manda azotar, permite que se burlen de Él y lo entrega para que sea crucificado.
Camino del Gólgota le obligan a cargar con la cruz y al llegar lo crucifican junto con dos bandidos. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la de Cleofás y María la Magdalena.
Hoy parece que asistimos a la desaparición progresiva del símbolo de la cruz. Desaparece de las casas y de los lugares donde se encuentran los vivos y también de las tumbas de los muertos, y desaparece sobre todo del corazón de muchos hombres y mujeres a quienes molesta contemplarla, tal vez porque la cruz es signo de humillación, derrota y muerte. Pero esto es cuando la cruz está vacía, cuando está Cristo en ella, cambia la humillación por exaltación, la derrota por la victoria y la muerte por la vida. La cruz, con Jesús clavado en ella, es camino hacia la luz.
En Don Benito, después de los Oficios del Viernes Santo, un puñado de personas se congrega a las puertas de la iglesia de Santiago para ver el Santo Entierro. "Hay poca gente en la calle y pocos acompañando el féretro, pero éstos pocos van unidos, con Jesús en medio, y eso basta". Alguien ha escrito que "esta procesión camina siempre deprisa, que esto puede ser porque sintamos vergüenza… o tal vez porque temamos la muerte".
Más tarde acompañamos a María en su Soledad, pero esa soledad solo dura un rato. Cuando se abren las puertas de la iglesia de Santa María hay mucha gente para ver a María. Otros muchos, vestidos de luto muestran en el pecho la pena de haber dado muerte a Dios. Son los penitentes de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo de la Paz, que vienen procesionando desde antes de 1.952. Es la tradicional "Procesión del Silencio". También hay muchas mujeres ataviadas con mantillas negras.
Todas ellas y bastantes personas del público que van detrás de la Virgen acompañan a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que pierde a su Hijo Amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran esperanza sostenida por la fe. María vio a su Hijo abandonado por los apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado de espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero lleno de astillas y muy pesado, hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo comprendamos.
La imagen de la Virgen de la Soledad nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida.
Este año, como novedad, en este mismo día y juntos saldrán todos los pasos representativos de las Hermandades de Don Benito. Es lo que hemos dado en llamar Procesión Magna. Es una muestra más de la unidad que debe prevalecer en la Iglesia.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
En el capítulo 16 de San Mateo podemos leer: Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como
"Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como nosotros. Nos quedamos en la muerte, en la cruz. No nos damos cuenta que los planes de Dios para los hombres son mucho más. Pensamos que la vida empieza cuando nacemos y termina cuando morimos. Por la fe sabemos que no. Antes de nacer ya éramos y después de morir seguiremos siendo. Ésta es nuestra fe. Creo firmemente en lo que cuentan los apóstoles y los evangelistas y eso, en mis circunstancias, me da mucha tranquilidad.
San Juan nos relata en su evangelio que el primer día de la semana fueron la Magdalena y otras mujeres al sepulcro, pero lo encontraron vacío. Rápidamente avisaron a Pedro y Juan que salen presurosos camino del sepulcro. El discípulo amado vio y creyó. Es decir, al ver el sepulcro vacio y las vendas en el suelo captó el verdadero sentido de los que estaba ocurriendo.
En el pregón pascual se canta: ¡Qué noche tan dichosa! Solo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. ¡Que noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
La noticia debió extenderse rápidamente. Jesús se fue apareciendo a muchos: primero a María la Magdalena, luego a Pedro y a los apóstoles, luego a otros. Aquellos discípulos de Jesús que estaban muy asustados por lo que había ocurrido, comenzaron a entender que Jesús pertenecía al mundo de los vivos. En sus encuentros les da la Paz y les comunica el Espíritu Santo. El miedo se torna en alegría y surge la Iglesia.
Cada día se sumaban más personas en torno a los apóstoles y según cuenta el Libro de los Hechos "eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Vivian todos unidos y ninguno pasaba necesidad. Diariamente acudían al templo y comían juntos alabando a Dios. Se pone entonces de manifiesto las características de la comunidad cristiana: estar unidos y orar en común.
En estos momentos de la historia, en nuestro pueblo, aquí, ahora mismo, ¿sería posible llevar esto a cabo? ¿Sería posible que nuestras hermandades y cofradías se propusieran realizar algo parecido?
Han pasado veinte siglos. Ha cambiado la concepción del mundo y han surgido nuevas ideas, pero ninguna ha podido sustituir a Cristo. Su mensaje sigue inmutable y vigente. CRISTO VIVE.
La Resurrección de Jesús es el hecho más importante y trascendente de la historia. Toda la Semana Santa no es sino reflejo de la absoluta Inmensidad y Grandeza de Dios.
Virgen del Silencio, del Consuelo, de los Dolores, de la Soledad, intercede para que vivamos con alegría nuestra fe, ayudando a que actúe el Espíritu Santo. Que todo cuanto hagamos sea en alabanza de Cristo trabajando por un mundo mejor. Que tengamos siempre afán de superación ante la adversidad, que seamos capaces de ilusionar a la juventud y que pasemos por esta vida haciendo el bien, viviendo el verdadero sentido de la Cruz de Cristo.
Gracias Señor por haberme regalado vivir en Don Benito y disfrutar de mis amigos; por haberme dado a mis hijos, a mi mujer, a mis padres, a mi familia, a mi Hermandad y a la Iglesia de la que todos formamos parte desde la fe, esa fe cristiana que es el único fundamento de la Semana Santa Dombenitense.
Muchas gracias y buenas noches.
José Mª Casablanca Ramos.
Dos de abril de 2.011.
domingo, 17 de abril de 2011
Domingo de Ramos
Hoy, tras una larga espera, ya es Domingo de Ramos. Como todos sabemos, hoy es el día grande de la Hermandad, y desde aquí os queremos invitar a todos los cultos que realizaremos en el día de hoy. En primer lugar, y es lo principal, a las 12:00 tendrá lugar en nuestra parroquia la celebración de la Eucaristía de las palmas y los ramos. Tras esta Eucaristía, y ya de noche, a las 20:30 realizaremos nuestra anual Estación de Penitencia por las calles de Don Benito. Os invitamos a todos a acompañar al Señor y a su Bendita Madre del Consuelo en este día tan grande en el que los cristianos conmemoramos la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén.
martes, 12 de abril de 2011
Retirada de las papeletas de sitio
Desde este espacio, queremos hacer un llamamiento a todos los hermanos para recordarles que solo quedan dos días para retirar las correspondientes papeletas de sitio. ¡Rápido, no te quedes sin ella! Además, también recordaros que este año tendrá lugar la procesión Magna y, por tanto, pedimos vuestra colaboración. ¡Gracias!
Convivencia 2011
El pasado Domingo, 10 de abril, los hermanos de la Borriquita vivimos y disfrutamos de una jornada de convivencia muy agradable, que tuvo lugar en en el patio del centro parroquial. Degustamos una fantástica paella, cocinada por uno de nuestros hermanos, y pasamos un rato animado y de fraternidad. Una jornada para volver a repetir el próximo año.
sábado, 9 de abril de 2011
Quinto Domingo de Cuaresma
Evangelio según San Juan 11,1-45.
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella".
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea".
Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?".
Jesús les respondió: "¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él".
Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo".
Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo".
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él".
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".
Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,
preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".
Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!".
Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?".
Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,
y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto".
Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?".
Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado".
Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!".
El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella".
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea".
Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?".
Jesús les respondió: "¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él".
Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo".
Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte.
Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto,
y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo".
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él".
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama".
Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro.
Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado.
Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto".
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado,
preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás".
Y Jesús lloró.
Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!".
Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?".
Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima,
y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto".
Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?".
Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado".
Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!".
El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar".
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
miércoles, 6 de abril de 2011
lunes, 4 de abril de 2011
domingo, 3 de abril de 2011
Crónica de un Pregón...
Con paso tranquilo, muy sereno, subió hasta el ambón desde donde exaltaría la Semana Santa. Comenzó con unas palabras de agradecimiento a su gran amigo D.Antonio Martín Pérez, el cual, presentó este acto. Tras estas palabras, D.José María Casablanca Ramos comienza su Pregón. Durante el mismo, hizo un recorrido por todos y cada uno de los días de la Semana Santa, señalando en ellos las procesiones que se celebran en nuestra ciudad. Nos introdujo en la historia de los desfiles procesionales, desde sus orígenes allá por el siglo XVI. Arropado en todo momento por sus familiares y amigos, nos deleitó con el que seguro es uno de los mejores pregones de Semana Santa de nuestra ciudad, porque, como todo lo que él hace, está hecho con el corazón, desde dentro. Por eso, desde estas líneas, la Hermandad envía su más sincera enhorabuena a un hombre que ha dado, y sigue dando todo por su Hermandad.
sábado, 2 de abril de 2011
Cuarto Domingo de Cuaresma
Evangelio según San Juan 9,1-41.
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?".
Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo".
Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo".
Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres
y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?".
Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego,
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta".
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?".
El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?".
Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este".
El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada".
Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?".
El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?".
Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando".
Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven".
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?".
Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.
Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?".
Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo".
Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo".
Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres
y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?".
Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego,
pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta".
Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador".
"Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo".
Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?".
El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?".
Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés!
Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este".
El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada".
Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?".
El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?".
Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando".
Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven".
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?".
Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".
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