MARTES SANTO
"Jesús comparece dos veces ante el sanedrín. El injusto proceso termina con un grito hipócrita: ¡Ha blasfemado! Pero el verdadero motivo del rechazo de Jesús por los jefes de Israel es la serena pretensión del Siervo doliente de Isaías a ser el Mesías glorioso y el verdadero Hijo de Dios. Él vive la seguridad de que el Padre está con Él y no le abandona".
Esta escena ante Caifás es lo que quiere representar en este día la Cofradía del Santísimo Cristo de Medinaceli. La Cofradía más joven de Don Benito ya que fue fundada en el año 1.999 y sus componentes, la mayoría vestidos con el hábito nazareno, pretenden, con fe y entusiasmo, acercar este pasaje de la vida de Jesús a todas las personas que admiran esta imagen con religiosidad y fervor.
La imagen, de reciente adquisición, es obra de un escultor sevillano, Lastruchi, familiar de otro que realizó la imagen del Cristo de la Buena Muerte para otra cofradía de esta parroquia. Representa a Jesús cautivo, coronado de espinas, descalzo y maniatado como un delincuente. Viste el hábito penitente y lleva sobre los hombros un escapulario. Las potencias que adornan su cabeza dan idea de la gloria de Dios que consiste en amar dando la vida para la salvación de los hombres.
Siempre, cuando veo esta procesión en la calle y me fijo en la imagen de Jesús cautivo, en su serenidad y docilidad pienso que expresa el reflejo de las bienaventuranzas: los pobres y limpios de corazón, aquellos que perdonan y tienen misericordia, los que rechazan la violencia, los que trabajan por la justicia y aceptan sufrir si lo exige el amor al hermano.
Esta Cofradía procesiona el Martes Santo por las calles de Don Benito. A continuación, dentro del templo, D. Nicolás García será el encargado este año de hacernos reflexionar sobre las Siete Palabras.
MIÉRCOLES SANTO
Es Miércoles Santo. A últimas horas de la tarde, poco a poco, van llenándose de personas los alrededores de la iglesia de Santa María. El motivo es sencillo: ver la salida del paso del Santísimo Cristo de la Paz. El momento es tenso y está cargado de emoción. Tenso por la dificultad que entraña, debido a la altura de la cruz para su salida por la puerta de la iglesia y es emocionante porque queda patente el esfuerzo de los costaleros. Pero llega a ser sublime cuando se oye la voz de Antonio Martín cantando el himno al Cristo. No es para perderse esta salida.
Después la procesión emprende la marcha por el barrio de Santa María llevando esa imagen de Cristo, copia de otro yacente, en cuyo semblante de muerte se refleja la Paz.
La Paz. Me viene a la memoria un cuento oriental, seguramente conocido de muchos. Cuentan que una vez un rey ofreció un gran premio al artista que fuera capaz de reflejar en una pintura la paz verdadera. Hubo un gran número de obras presentadas, pero a él, solo le gustaron dos y tuvo que elegir entre ellas.
La primera representaba un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy
azul con tenues nubes blancas. Quienes miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un intenso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, vio, tras la cascada, una grieta en la roca. En esta grieta se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarillo en medio de su nido… ¡Paz perfecta!
El rey escogió esta pintura, porque según explicó después, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas esas dificultades permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón".
Para los cristianos, paz y conflicto no son términos contrapuestos. Necesitamos la paz y debemos luchar por ella. Dice Isaías 2,4 "… de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas" y Mateo (26,52) "… quien usa espada a espada morirá". Pero también es necesario el conflicto, que es distinto de la violencia, la cual debe ser descartable porque significa siempre un ataque frontal a la paz.
El cristiano debe asumir el conflicto como parte de la vida, ya que aparece a nivel personal, comunitario y eclesial; pero no puede bajar el listón por la paz y la no-violencia ya que constituyen bienes morales irrenunciables. Es esencial educar para la paz desde la imposibilidad de evitar el conflicto.
JUEVES SANTO
Cuando San Juan en su evangelio nos cuenta que Jesús decide lavarles los pies a sus discípulos nos ofrece un testimonio de servicio en el que queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: servir. En el capítulo 13 podemos leer "Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros" (Jn 13,15).
Hoy parece que predominan otros valores: el deseo de copar los mejores puestos, el ser los primeros, buscar el beneficio propio, etc., hacen imposible el servicio y la fraternidad porque Con muchísimo gusto gastaré y me desgastaré yo mismo por vosotros. Esto es exactamente lo que hizo Jesús, gastar su vida al servicio de los demás. Y la culminación de esa Vida Buena, el broche que la perfecciona, es la Buena Muerte.
aparece la lógica rivalidad en el conjunto de las relaciones humanas. Vivimos sumidos en las tinieblas del egoísmo de una cultura de la muerte. El Jueves Santo es un día en el que Dios nos invita, por medio del servicio, a ser esas lámparas que lleven la luz de Cristo al mundo. El amor que Dios nos manifiesta debe convertirse en servicio que de testimonio de su presencia entre nosotros. El cristiano y por tanto el cofrade siguiendo el "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15,12) debe ser como esa levadura que transforma al mundo para que éste se renueve y transforme.
Así deben ser nuestras hermandades y cofradías: "comunidades abiertas y fraternas, expresión del amor incondicional y gratuito de Jesús a los hombres. En ellas, como en todas las parroquias, han de prevalecer la austeridad y el desprendimiento por encima de la ostentación y el lujo de otras épocas. Pues no cabe mayor privilegio que servir a los otros y, unidos, trabajar por un mundo más justo y más humano".
Merece la pena hacer nuestras las palabras de San Pablo en su segunda carta a los Corintios (2Cor 12,15):
Nuestra cultura occidental ha llegado a valorar que la buena muerte es aquella que tiene lugar sin que el que la padece se de cuenta de lo que está ocurriendo. La fe nos dice lo contrario: la enfermedad y la agonía son una ocasión de gracia para preparar el Encuentro; son uno de los momentos cumbres de nuestra vida.
En nuestro pueblo, después de la asistencia a los Oficios, ya de noche, esperamos la salida desde la iglesia de Santiago de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores. Es ésta una de las cofradías más antiguas de Don Benito ya que procesiona desde el año 1.954 y tiene dos imágenes: la de Cristo crucificado, obra de un famoso imaginero sevillano, es de un gran realismo y constituye una auténtica obra de arte; la otra imagen representa a la Virgen en su Dolor, es de una gran belleza y en su rostro podemos percibir la angustia con la que cargó ante la Pasión y Muerte de su Hijo.
Me gusta, año tras año, ver esta procesión en la calle Donoso Cortés, a la altura del convento de las Carmelitas. Disfrutar, cuando a la voz de los capataces Pedro Dueñas y Pepe Ramos giran los
pasos y se oyen los cantos de las monjas, ejemplo de mujeres que gastan su vida en el servicio de la oración por todos nosotros. Después, marchar tras la Virgen de los Dolores recordando cómo María es la Mujer que sirve a la Palabra en el sacrificio de su Hijo.
Por fin la entrada en su iglesia. ¡Qué esfuerzo el de los costaleros de ambos pasos cuando los presentan de frente y qué emoción al pensar que algo así debió contemplar María en el Calvario!
VIERNES SANTO
En el Huerto de los Olivos, Jesús asume compartir lo más oscuro de la existencia humana: la muerte. Y afronta su destino. Cuando estaba allí con sus discípulos, un grupo de gente, conducidos por Judas lo prendieron, lo ataron y lo llevaron a casa de Caifás y al Pretorio acusándolo de blasfemo. Pilato lo manda azotar, permite que se burlen de Él y lo entrega para que sea crucificado.
Camino del Gólgota le obligan a cargar con la cruz y al llegar lo crucifican junto con dos bandidos. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la de Cleofás y María la Magdalena.
Hoy parece que asistimos a la desaparición progresiva del símbolo de la cruz. Desaparece de las casas y de los lugares donde se encuentran los vivos y también de las tumbas de los muertos, y desaparece sobre todo del corazón de muchos hombres y mujeres a quienes molesta contemplarla, tal vez porque la cruz es signo de humillación, derrota y muerte. Pero esto es cuando la cruz está vacía, cuando está Cristo en ella, cambia la humillación por exaltación, la derrota por la victoria y la muerte por la vida. La cruz, con Jesús clavado en ella, es camino hacia la luz.
En Don Benito, después de los Oficios del Viernes Santo, un puñado de personas se congrega a las puertas de la iglesia de Santiago para ver el Santo Entierro. "Hay poca gente en la calle y pocos acompañando el féretro, pero éstos pocos van unidos, con Jesús en medio, y eso basta". Alguien ha escrito que "esta procesión camina siempre deprisa, que esto puede ser porque sintamos vergüenza… o tal vez porque temamos la muerte".
Más tarde acompañamos a María en su Soledad, pero esa soledad solo dura un rato. Cuando se abren las puertas de la iglesia de Santa María hay mucha gente para ver a María. Otros muchos, vestidos de luto muestran en el pecho la pena de haber dado muerte a Dios. Son los penitentes de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo de la Paz, que vienen procesionando desde antes de 1.952. Es la tradicional "Procesión del Silencio". También hay muchas mujeres ataviadas con mantillas negras.
Todas ellas y bastantes personas del público que van detrás de la Virgen acompañan a María en su dolor profundo, el dolor de una madre que pierde a su Hijo Amado. Ha presenciado la muerte más atroz e injusta que se haya realizado jamás, pero al mismo tiempo le alienta una gran esperanza sostenida por la fe. María vio a su Hijo abandonado por los apóstoles temerosos, flagelado por los soldados romanos, coronado de espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero lleno de astillas y muy pesado, hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no lo comprendamos.
La imagen de la Virgen de la Soledad nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida.
Este año, como novedad, en este mismo día y juntos saldrán todos los pasos representativos de las Hermandades de Don Benito. Es lo que hemos dado en llamar Procesión Magna. Es una muestra más de la unidad que debe prevalecer en la Iglesia.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
En el capítulo 16 de San Mateo podemos leer: Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como
"Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Efectivamente, Pedro, en aquellos momentos solo piensa en la muerte. Todavía no ha captado las palabras de Jesús. Piensas como los hombres, le dice Jesús. Desde luego, Pedro piensa como nosotros. Nos quedamos en la muerte, en la cruz. No nos damos cuenta que los planes de Dios para los hombres son mucho más. Pensamos que la vida empieza cuando nacemos y termina cuando morimos. Por la fe sabemos que no. Antes de nacer ya éramos y después de morir seguiremos siendo. Ésta es nuestra fe. Creo firmemente en lo que cuentan los apóstoles y los evangelistas y eso, en mis circunstancias, me da mucha tranquilidad.
San Juan nos relata en su evangelio que el primer día de la semana fueron la Magdalena y otras mujeres al sepulcro, pero lo encontraron vacío. Rápidamente avisaron a Pedro y Juan que salen presurosos camino del sepulcro. El discípulo amado vio y creyó. Es decir, al ver el sepulcro vacio y las vendas en el suelo captó el verdadero sentido de los que estaba ocurriendo.
En el pregón pascual se canta: ¡Qué noche tan dichosa! Solo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. ¡Que noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!
La noticia debió extenderse rápidamente. Jesús se fue apareciendo a muchos: primero a María la Magdalena, luego a Pedro y a los apóstoles, luego a otros. Aquellos discípulos de Jesús que estaban muy asustados por lo que había ocurrido, comenzaron a entender que Jesús pertenecía al mundo de los vivos. En sus encuentros les da la Paz y les comunica el Espíritu Santo. El miedo se torna en alegría y surge la Iglesia.
Cada día se sumaban más personas en torno a los apóstoles y según cuenta el Libro de los Hechos "eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Vivian todos unidos y ninguno pasaba necesidad. Diariamente acudían al templo y comían juntos alabando a Dios. Se pone entonces de manifiesto las características de la comunidad cristiana: estar unidos y orar en común.
En estos momentos de la historia, en nuestro pueblo, aquí, ahora mismo, ¿sería posible llevar esto a cabo? ¿Sería posible que nuestras hermandades y cofradías se propusieran realizar algo parecido?
Han pasado veinte siglos. Ha cambiado la concepción del mundo y han surgido nuevas ideas, pero ninguna ha podido sustituir a Cristo. Su mensaje sigue inmutable y vigente. CRISTO VIVE.
La Resurrección de Jesús es el hecho más importante y trascendente de la historia. Toda la Semana Santa no es sino reflejo de la absoluta Inmensidad y Grandeza de Dios.
Virgen del Silencio, del Consuelo, de los Dolores, de la Soledad, intercede para que vivamos con alegría nuestra fe, ayudando a que actúe el Espíritu Santo. Que todo cuanto hagamos sea en alabanza de Cristo trabajando por un mundo mejor. Que tengamos siempre afán de superación ante la adversidad, que seamos capaces de ilusionar a la juventud y que pasemos por esta vida haciendo el bien, viviendo el verdadero sentido de la Cruz de Cristo.
Gracias Señor por haberme regalado vivir en Don Benito y disfrutar de mis amigos; por haberme dado a mis hijos, a mi mujer, a mis padres, a mi familia, a mi Hermandad y a la Iglesia de la que todos formamos parte desde la fe, esa fe cristiana que es el único fundamento de la Semana Santa Dombenitense.
Muchas gracias y buenas noches.
José Mª Casablanca Ramos.
Dos de abril de 2.011.
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