martes, 26 de junio de 2012

San Juan Bautista

Durante este pasado fin de semana, nuestra Parroquia y nuestro barrio han estado de fiesta. Nuestra fiesta grande por escelencia: las fiestas de San Juan Bautista, nuestro patrón.
Los días 21, 22 y 23 de junio, celebramos el Triduo en su honor en nuestra sede canónica, con la participación de todos los colectivos parroquiales. El Santo se situaba en el altar mayor, en un sencillísimo altar, como todo lo que realizamos en nuestra Parroquia.
En la tarde del día 24 tuvo lugar la procesión por las calles del barrio, comenzando a las nueve de la noche. Tras hacer estación en el Hospital de San Antonio, donde se realizaron varias ofrendas, se celebró la Santa Misa en las Escuelas del Ave María. A su finalización, el cortejo regresó a la Parroquia, culminando con ello las Fiestas en honor del Santo Patrón.

Como es tradición también en estas fiestas, la noche del 23 al 24, a las doce de la noche, tuvo lugar la peculiar hoguera. Comenzó con unos cohetes bastante innovadores este año, y culminó con la quema del monumento escogido este año: las Cortes de Cádiz, recordando los doscientos años de la Constitución de 1812, en la misma ciudad nombrada.

Os dejamos la lectura del Domingo, que es lo realmente importante del día. Recordar la figura de Juan el Bautista como la persona, además de María Santísima, que reconoció a Jesús como el Mesías y Salvador desde un principio. Aprendamos a mirarnos en el espejo que es Juan, y descubriremos una parte de nosotros que no conocíamos.

Lectura del santo evangelio según san Lucas
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡ No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

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